SOMOS UNA BODEGA BOUTIQUE: LO QUE SIGNIFICA (Y LO QUE NO)

Somos una bodega boutique.
Vale, y… ¿qué quiere decir eso? ¿Qué tenemos una tienda en la milla de oro de Madrid donde nos visita Georgina o Carmen Lomana para comprar vino?
No, no, no. Nada que ver.
Cuando decimos que somos una bodega boutique, hablamos de una filosofía en nuestra manera de sentir y de hacer las cosas. Significa que nuestra prioridad absoluta es la calidad frente a la cantidad. No buscamos llenar estanterías en los supermercados o las grandes superficies ni producir millones de botellas al año. De hecho, nuestra producción anual es limitada —apenas 60.000 botellas—, y algunas de nuestras referencias más exclusivas no superan las 1000 unidades. ¿Pocas? Sí. Pero cada una de ellas es el resultado de un cuidado meticuloso, de un proceso casi artesanal donde nada se deja al azar.
Todos los procesos involucrados en la elaboración de nuestros vinos son 100% artesanales: desde el cultivo en vaso —que respeta el equilibrio natural de la vid— hasta la poda de respeto, que cuida la longevidad de cada cepa. Desde la vendimia —hecha a mano, racimo a racimo, para seleccionar sólo lo mejor— hasta el bazuqueo, esa delicada técnica que ayuda a extraer los aromas, los taninos y el color de las uvas de manera natural, sin forzar ni adulterar su esencia. No hay atajos ni procesos industriales que aceleren el camino. Sabemos que el buen vino necesita su propio tiempo, y nosotros se lo damos.
Para nuestros vinos más exclusivos realizamos vinificaciones integrales. Esto quiere decir que la fermentación no se hace en depósitos de acero inoxidable, sino directamente en barricas de roble, con temperatura controlada. Es un método más lento, más costoso y mucho más exigente, pero el resultado lo vale: vinos con una complejidad, elegancia y personalidad incomparables.
En el caso de nuestro Viñas Viejas, por ejemplo, usamos para su crianza barricas nuevas de roble francés, que aportan finura, estructura y un toque aromático inconfundible. Además, lo elaboramos con las uvas procedentes de cepas centenarias, cuya producción es escasa, pero de una calidad extraordinaria. Aquí cada vid da lugar, literalmente, a una única botella. No es una exageración: es un compromiso con la pureza y la expresión más auténtica de nuestra tierra.

En resumen, ser una bodega boutique es como ser una modista de alta costura: ponemos todo el mimo, atención y obsesión en cada detalle de nuestros vinos. No hacemos vinos para todos; hacemos vinos para quienes saben apreciar la diferencia. Porque detrás de cada botella de Bodegas Zapata hay muchas horas de trabajo, tradición y, sobre todo, pasión.
Y, claro, eso en cada copa se nota… y se siente.