¿QUÉ HACER CON EL VINO QUE SOBRA?

Sabemos lo que estás pensando: ¿Sobra vino? ¿Eso pasa de verdad? Aunque parezca una leyenda urbana, sí, a veces sobra. Ya sea porque abriste una botella «por si acaso» o porque la cena se convirtió en una sobremesa (aburrida) de café y confidencias… ahí queda, solitaria, esa media botella de vino mirándote desde la mesa y casi como regañándote parece que te dice: ¡Termina el trabajo que empezaste, por todos los santos!
Pero tranquilo, no te lamentes y llores por ese tempranillo no disfrutado. Aquí tienes ideas tan buenas que, quizás, vas a querer que sobre vino a propósito:
1. COCINA CON ÉL Y ALEGRA TUS PLATOS

Dale a tu cuerpo cocina alegría, Macarena, con ese vino que te ha sobrado. Agrégalo a una salsa para carne, un risotto, una pasta con sabor a gloria o unas peras al vino. Un vino con cuerpo y un toque de especias pueden transformar una pechuga aburrida en una delicia memorable. Mézclalo con ajo, hierbas y un poco de aceite y tendrás un marinado con alma de chef.
Consejo: Si es un vino que no has terminado de beber porque no te gusta, tampoco lo uses para cocinar. Quizás, eso sí, te sea útil para desglasar una sartén de batalla.
2 CONGELA Y DISFRUTA DE VINITOS ON THE ROCKS
Vierte lo que queda de vino en una cubitera y mételo al congelador. Úsalo luego para cocinar o refrescar otro vino (si no eres muy purista) y así evitas aguarlo como lo haría un cubito de hielo normal.
Bonus: También puedes usar los cubitos en sangría o cócteles, mezclados con soda, fruta y licor. ¡Que se respire clase y creatividad en un cada sorbo!

3 HAZ VINAGRE CASERO Y SIÉNTETE COMO UN ALQUIMISTA GOURMET
Vierte el vino en un tarro de vidrio de boca ancha y, con la tapa abierta, cúbrelo con una gasa o paño fino y dale tiempo (más del que se tarda en coger unos kilos extra, menos del que inviertes en Tinder). Con suerte y paciencia, tendrás vinagre casero con más carácter que muchos de supermercado.
En serio: ¿Qué Módena ni Módena? Este vinagre casero del vino sobrante es el ideal para dar a las ensaladas la personalidad de tu tierra.
4 TINTE NATURAL PARA TEXTILES O MANUALIDADES CON ROLLITO
¿Te va lo crafty? El vino tinto puede teñir servilletas, camisetas, papel reciclado o lo que se te ocurra. Solo caliéntalo hasta que hierva, apaga el fuego, sumerge tu creación y déjala en remojo unas horas. Seca al aire y… voilà: la magia del tanino ya es real.
Para los románticos: También puedes usar el vino para dar un toque artístico a tus cartas de amor. Porque nada dice mejor «te quiero» como un corazón pintado con Tinto Fino.

5 MASCARILLA FACIAL CASERA: UN SPA DE LUJO
El vino tinto está lleno de antioxidantes como el resveratrol, que ayudan a combatir los radicales libres, prevenir el envejecimiento prematuro y dar luminosidad a la piel. Por eso, es el ingrediente perfecto para una mascarilla facial.
¿La receta? Muy fácil: mezcla una cucharada de vino tinto con una cucharada de yogur natural (hidratante y calmante) y una cucharadita de miel (antibacteriana y nutritiva). Aplica sobre el rostro limpio, evita el contorno de ojos y déjala actuar entre 10 y 15 minutos. Luego enjuaga con agua tibia y… ¡listo! Verás tu piel suave, luminosa y con un toque de glamour enológico.
Advertencia: ¡No te la bebas a cucharadas! Aunque huela deliciosa, esta mezcla es para mimar tu piel, no tu paladar.

6 LIMPIA FRUTAS Y VERDURAS CON VINO BLANCO
El vino blanco puede ayudar a eliminar residuos en frutas o verduras, gracias a sus propiedades antimicrobianas. Dale un nuevo propósito como héroe del fregadero a ese blanco que te ha sobrado y diles a todas tus amistades que nada de agua del grifo, que tú limpias con más glamour que las Kardashian.
Y eso no es todo: El vino blanco, al igual que el bicarbonato, puede ayudar a eliminar gérmenes de los alimentos como la salmonella.
RECOPILANDO…
No subestimes el poder de unas sobras de vino. Donde otros ven el final de una botella, tú puedes ver el comienzo de una receta, un cóctel improvisado, un vinagre con carácter… o incluso un spa casero digno de una reina.
Y si ninguna de estas ideas te convence, siempre queda la opción más simple y placentera: compartir ese último trago con alguien. Porque no, tirar vino nunca es una opción. Jamás.