LAS LÁGRIMAS DE LA VID(A)

Si hay un signo inequívoco del inicio de la vida, ese es el llanto de un bebé nada más nacer. Pero no es el único. En la naturaleza, el ciclo de la vida también se representa en el ciclo de la vid, aunque con alguna etapa vital extra: nace, crece, se recolecta, se poda, cae en un letargo invernal y retorna a la vida al llegar la primavera. Es en esta última fase cuando, por efecto del aumento de la temperatura, el metabolismo de la planta se activa y las reservas acumuladas de savia despiertan, iniciando entonces un recorrido por toda la vid, desde las raíces hasta las ramas heridas por efecto de la poda, por las que esta savia acuosa caerá como lágrimas goteando por sus extremos (llamados sarmientos). Es un aviso al viticultor de que vuelve a la vida, como el llanto del bebé avisa a su madre de que acaba de nacer.
Lo cierto es que el lloro de la vid es un fenómeno curioso y absolutamente imprescindible para el desarrollo de la planta, que tiene lugar en los viñedos a partir del mes de marzo, cuando la temperatura supera aproximadamente los diez grados. Antes, durante los meses de invierno, la vid permanece inerte, y los viticultores aprovechan este período para realizar la poda, una práctica que prepara y adapta la planta para su cultivo y crecimiento, además de equilibrar la producción de uvas. Sin la poda, la vid podría crecer hasta treinta metros debido a su naturaleza trepadora.
Cuando la raíz de la vid percibe el calentamiento del suelo, la savia comienza a circular nuevamente por la planta, cargada de hormonas vegetales y nutrientes. Al llegar a los puntos de poda, la savia se libera al exterior, provocando ese particular lloro, cuya cantidad depende de cómo se haya realizado la poda y de factores como el vigor del viñedo y la climatología. Su duración suele extenderse durante un periodo variable que va de los siete a los diez días, tiempo en el que la vid es capaz de expulsar ¡hasta cinco litros de agua! Este proceso es esencial para que la vid renazca, se prepare para la brotación y florezca, convirtiendo sus flores en uvas. Las lágrimas de la vid cesarán cuando los cortes no cicatrizados de sus ramas se recubran con esa sustancia gomosa producida por bacterias que viven sobre el derrame, además de las sales disueltas en la savia evaporada. Así, el lloro contribuye a la curación del sarmiento, pero también es un magnífico protector frente a la invasión de plagas de insectos u hongos que pudieran entrar a través de esos cortes de poda.

Por todo ello, si al llegar la primavera realizas una visita a un campo de viñedos, con el sol brillando sobre las hileras de las vides, fíjate cómo en las ramas podadas se libera la savia. Ver caer lentamente esas pequeñas gotas de líquido translúcido en contraste con el verde intenso de las hojas y la textura rugosa de la corteza es todo un espectáculo de la naturaleza, que nos recuerda lo importante de la renovación y de la propia vida. Aunque para ello necesitemos, de vez en cuando, derramar algunas lágrimas.