EL PAISAJE DEL TERROIR
No, no nos hemos equivocado en una letra al escribir Terroir. Este es el término francés utilizado para referirse al conjunto de factores que dan identidad a una región productora de vino, o incluso a una pequeña parte de ella. Es lo que permite diferenciar un Ribera del Duero de otras denominaciones y, también, distinguir un vino procedente de la Horra (Burgos) frente a otros, aunque se hallen en el mismo Triángulo de Oro de la zona. En castellano, lo solemos traducir como terruño, si bien esta no es una palabra equivalente exacta, dado que el concepto terroir engloba mucho más que una porción de tierra.
De hecho, cuando hablamos del terroir en su acepción vitivinícola, estamos haciendo alusión a un conjunto específico de características del entorno donde se cultivan los viñedos y, muy importante, de su relación con la forma de trabajar ese lugar. El suelo, el clima y la variedad de la uva autóctona de una tierra son los que la naturaleza nos brinda en un espacio de tierra determinado, pero es lo que se hace con ellos lo que determina de forma única el terroir definitivo.
Para que se entienda mejor, os ponemos un ejemplo: imaginad una persona que nace con una genética privilegiada para nadar y, además, cuida sus hábitos de alimentación y deporte para potenciar todas sus cualidades innatas. Puede llegar incluso a competir en las Olimpiadas y hasta ganarlas. Con las regiones vinícolas pasa lo mismo: si las condiciones climáticas, la calidad del suelo y la uva del lugar son ya intrínsecamente magníficas, y el viticultor y bodeguero conocen las mejores técnicas para sacarles todo el provecho, el vino que produzca ese lugar expresará un terroir capaz de acaparar las portadas de las guías más importantes y prestigiosas del mundo.
LA RIBERA DEL DUERO, UNO DE LOS MEJORES TERRUÑOS DEL MUNDO
El vino, como expresión auténtica de su lugar de origen, captura la influencia del entorno natural y cultural en su proceso de producción. Todo suma en la definición de un terroir, y en la Ribera del Duero, estos son los elementos distintivos que le confieren su merecida fama mundial y contribuyen a la excelencia de sus vinos:
- Suelos diversos: ya sea en arcillas o en suelos calcáreos y pedregosos, cada viñedo crea su propia historia y la proyecta sobre las uvas que produce.
- Clima continental: la Ribera del Duero oscila entre dos extremos, esto es, veranos muy calurosos e inviernos muy fríos, lo que contribuye a la estructura y la complejidad de los vinos, así como a la preservación de la acidez natural de las uvas.
- Variedades emblemáticas: la uva reina de la Ribera del Duero es la Tempranillo, conocida localmente como Tinta del País. Esta variedad se adapta perfectamente al clima y al suelo, ofreciendo vinos intensos, estructurados y con gran longevidad.
- Altitud: los viñedos en la Ribera del Duero se extienden desde los 700 hasta los 1000 metros sobre el nivel del mar. La elevación proporciona noches frescas que conservan la acidez en las uvas y también influye en la radiación solar, intensificando la fotosíntesis y la acumulación de polifenoles. Todo ello favorece la maduración lenta y completa de las uvas, promoviendo la concentración de sabores y aromas.
- Humedad: a pesar de la aridez del clima, la humedad relativa en la Ribera del Duero es la gran aliada del viñedo. La gestión apropiada del agua y la humedad del suelo permiten que las vides se desarrollen de manera equilibrada.
- Topografía: colinas, mesetas y valles pueblan la Ribera del Duero, ofreciendo una diversidad de microclimas y exposiciones solares, de las que surge una gama de expresiones de uva y estilos de vino de riqueza organoléptica y renombre mundial.
¿Tienes ya tu copa de Bodegas Zapata preparada para después de leer este artículo? Pues ahora recuerda que, en cada sorbo que tomes, tu paladar está contemplando, también, un único e inigualable paisaje del terroir. ¡Buen provecho!